Una nueva generación de inteligencia aplicada a tareas reales.
Los agentes autónomos representan una evolución en el uso de la
inteligencia artificial dentro de las organizaciones. A diferencia
de los sistemas que simplemente responden preguntas o ejecutan
comandos puntuales, los agentes autónomos pueden tomar decisiones,
resolver problemas, planificar acciones y adaptarse a lo que
ocurre a su alrededor.
Funcionan como entidades activas, con objetivos propios, capacidad
de razonar con la información disponible y posibilidad de actuar
en nombre del usuario o del sistema. Esto los convierte en aliados
valiosos para operaciones complejas, repetitivas o altamente
variables, donde no alcanza con un simple asistente de respuestas.
Estas soluciones pueden integrarse a flujos existentes o funcionar
como capas autónomas. Se conectan con tus sistemas, acceden a
datos estructurados y no estructurados, y los utilizan para actuar
con contexto y precisión. Desde asistentes que generan reportes
automáticamente, hasta módulos que resumen información crítica,
clasifican tickets entrantes o proponen respuestas comerciales, su
campo de aplicación es amplio y en crecimiento.
¿Para qué sirven?
Un agente autónomo puede, por ejemplo:
Los agentes autónomos permiten: